Por Jahaira Lara
Fotos: Sixto Picones
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Desde las primeras horas del día, pequeños puestos de venta de tamales se instalaron sobre las principales calles y avenidas de la ciudad; mientras que en los locales grandes filas esperaban desde las primeras horas su turno. Y es que como cada 2 de febrero, el Día de la Candelaria es el más importante en ventas para este sector.
De chile verde, los más demandados, sin que importara si eran de pollo o carne de puerco; pero también había para quienes preferían de chile rojo o dulce, sin contar a quienes aprovecharon para ofertar nuevos sabores que causaron curiosidad en los compradores.
La calle José Maria Arteaga, entre Allende y Guerrero, conocida ya por la amplia oferta de tamales que se encuentra en los locales que ahí se ubican, registró una importante concurrencia, pues para muchos queretanos, son tradición.
Largas filas desde cerca de las 7:00 horas se observaron en todos los negocios de la zona y que fueron interminables a lo largo del día; pues hubo quienes no pararon de reabastecer constantemente las ollas y otros quienes prepararon una producción de hasta seis mil tamales.
La tradición señala que a quienes les salió el Niño Dios en la Rosca de Reyes deben pagar los tamales este día y así fue como muchos hicieron sus pedidos y otros más se aventuraron a comprar sin una orden previa, como Samuel Díaz, quien espero cerca de una hora en la fila para llevar 20 tamales para compartir en su oficina o Roberto Luna, que fue el encargado de llevar 40 tamales al trabajo que iba recolectando de puesto en puesto hasta que llegó a estos locales.
“Nos cooperamos en el trabajo para comprar los tamales todos los que nos toco niño, pero ya salimos para la hora del almuerzo a comprarlos y en muchos puestos les quedaban tres, cinco y así se nos ocurrió ir juntando poco a poco hasta que un compañero propuso esta calle y nos encontramos con que aún había, aunque debemos esperar nuestro turno”, compartió.
Por otra parte, Doña Ofelia con su Niño Dios en mano esperaba su turno paciente para comprar dos tamales para ella y su esposo, para no quedar con el antojo, pero principalmente para cumplir con la tradición.