«Si le atacan, responde». Los que mejor conocen a Vinicius Júnior llevan repitiendo desde 2018 la misma frase. No hay rendición en el brasileño, convencido de ganar la batalla contra los insultos racistas que ha sufrido en algunos estadios de España. «No va a parar», insisten, aunque varios le adviertan que no merece la pena responder a los ataques y aunque otros le echen la culpa de los cánticos que recibe. «Es que provoca», le critican. Esta noche vuelve al Metropolitano, zona cero de aquel Baila, Vini, baila que hace dos años lo inició todo. 24 meses después, la polémica no ha cesado.

En septiembre de 2022, Vinicius celebró con un baile un gol al Mallorca en el Bernabéu, como tantos otros futbolistas. El gesto generó muchos comentarios de cara al siguiente partido de los blancos, el derbi contra el Atlético en el Metropolitano. Un comentarista de El Chiringuito le dijo que dejara de hacer «el mono» y Koke le recomendó que no bailara, que «habría lío». Sus compañeros en la selección brasileña le apoyaron con el hashtag #BailaVinibaila, algunos ultras rojiblancos le cantaron «Vinicius eres un mono» antes del duelo y el Madrid marcó. Y Vini miró a la grada y bailó.

Y desde entonces, todo ha escalado hasta el derbi de esta noche, donde la Policía espera un recibimiento muy hostil al Madrid y especialmente al brasileño, y donde LaLiga ha intensificado sus controles sobre los cánticos racistas, utilizando cámaras y denunciando en los juzgados cualquier insulto contra los futbolistas.

«Un problema del fútbol español»

En el pasado, pero todavía en el recuerdo de Vinicius, está el muñeco colgado en la M-30 por miembros del Frente Atlético, los insultos racistas en Mestalla, los «Vinicius, eres un mono» de los aledaños del Metropolitano en ya varios derbis, los gritos de «Vinicius, chimpancé» previos al Atlético-Inter de Champions la temporada pasada… Demasiadas situaciones vergonzosas que el brasileño ha sido incapaz de obviar. No es su estilo. Y quizás eso sea lo que más molesta a sus críticos. No agacha la cabeza.

En el vestuario del Madrid el apoyo es total en el tema del racismo, sin excepciones. «No es un problema de Vinicius, es un problema del fútbol español», ha repetido Carlo Ancelotti. Sus mejores amigos en Valdebebas, especialmente Tchouaméni y Camavinga, han sido sus primeros defensores durante estos meses de polémica.

Eso sí, los más veteranos también le han recomendado que, en los casos en los que no haya insultos racistas y sí presión de los rivales o de la grada, trate de obviarlo. El vestuario, a pesar de todo, es el primero que sabe de la dificultad que eso tiene. Se entiende en las palabras de Ancelotti. «Lo que ha pasado Vini desde que he llegado yo es algo que no se puede soportar. Desde el calentamiento. No es normal, ¿quién lo puede aguantar? Menos fijarse en la figura de este joven y más en lo que pasa en el estadio. Hacen esto porque Vinicius es un peligro deportivo e intentan descolocarlo», admitió el técnico italiano en San Sebastián.

«no soy un santo»

Vinicius ha intentado varias veces reflexionar sobre sus errores y su carácter, como en aquella sorprendente rueda de prensa en Riad, durante la última Supercopa de España, en la que admitió que «no soy un santo». «Intento estar centrado, sé que hablo demasiado, todos quieren pelear conmigo porque saben que va a salir en la prensa, que he hecho esto o lo otro… El míster y mis compañeros me están enseñando lo que tengo que hacer», declaró.

Un par de meses después de aquello y tras el doblete de insultos racistas en el Metropolitano, el brasileño se rompió en otra rueda de prensa, en ese caso en Valdebebas, antes del amistoso entre España y Brasil organizado, entre otras cosas, para mostrar unión entre los países en mitad de la serie de insultos racistas hacia el delantero. «Me insultan porque lucho contra esto», declaró entre lágrimas.

En junio ganó su segunda Champions, marcando un gol que le pone como máximo candidato al Balón de Oro. Y todo en un torneo que confirma sus sospechas, las de su entorno y las del Madrid: «Es un problema del fútbol español, no de Vini». En Europa, el brasileño no ha tenido ningún problema ni ha sufrido insultos racistas. Juega, marca, gana y lo celebra sin guerras ni ataques.

Ahora llega otro derbi justo después de la tercera condena penal dictada en los últimos meses por insultos racistas hacia el futbolista.