El Barça de Hansi Flick tiene un aura especial cuando enfrente ve al Real Madrid. Puede tropezar en Liga o en Champions, incluso con algún estruendo, pero se convierte en una máquina letal en cada Clásico. Lo hizo en octubre en el Bernabéu con un 0-4 en la segunda mitad del duelo pero en Yeda ni siquiera tuvo que esperar. Arrancó el partido calentando a Courtois, que sacó dos manos magistrales, y se sobrepuso a la soberbia cabalgada de Mbappé para abrir el marcador en el minuto 5. Aún no habían hecho conexión los tres jugadores que electrifican a los azulgrana.

Lamine Yamal, Robert Lewandowski y el capitán Raphinha son un tridente que martiriza al Real Madrid. Los tres marcaron aquel sábado de octubre para desesperación de la parroquia de Chamartín y volvieron a hacerlo ante una grada menos apasionada que no pudo dejar de aplaudirles. En 17 minutos escoraron la final de la Supercopa, que empujó un poco más Balde antes del descanso de forma que ni la épica del Real Madrid para las remontadas parecía posible. Desde mayo de 2009 no recibían más de tres goles de los azulgrada en los primeros 45 minutos.

El tridente de ataque de Flick suma 52 goles en todas las competiciones y ocho al eterno rival en sólo dos partidos. Lamine Yamal abrió el marcador con un gol disfrazado de Leo Messi para empatar y desatacar el vendaval azulgrana. Era su segundo gol en el Clásico y el séptimo de la temporada. Mucho más habituado está Lewandowski, aunque anoche batiera a Courtois de penalti para sumar el tercero que le hace al belga este curso. Lleva 26 el polaco, que ya ha marcado en todas las competiciones.

Mbappé y una expulsión

A la fiesta se sumó Raphinha, elegido mejor jugador de la final. Para el brasileño el brazalete se ha convertido en una poción mágica que engorda sus estadísticas. Marcó el tercero cabeceando un balón cruzado de Koundé y volvió a desnudar a la defensa blanca nada más arrancar la segunda parte. 19 goles lleva en sólo media temporada, tres en los dos duelos contra el eterno rival. Los tres jugadores son veneno para el equipo de Ancelotti.

Endulzó el marcador Balde en el último minuto de los 10 que añadió Gil Manzano -muy necesitado de VAR en esta final- a la primera parte. El joven lateral se sacudió el pesar por haber salido en la foto del primer gol, quebrado por Mbappé.

Parecía que el francés iba a vivir su gran noche y olvidar aquellos ocho fueras de juego y los tres mano a mano con Iñaki Peña en el enfrentamiento de Liga. Lo logró con un gol que le convierte en anotador en todas las finales que han disputado los blancos, porque ya batió la portería del Atalanta en la Supercopa de Europa y la del Pachuca en la Intercontinental. Después llegó un pisotón de Koundé que le eclipsó y sólo apareció, de nuevo de manera decisiva, en el minuto 58 cuando se escapaba y Szczesny lo frenó en falta fuera del área. Expulsión del guardameta y gol de Rodrygo ante un frío Iñaki Peña.

Yamal y Raphinha, en la final de Yeda.

Yamal y Raphinha, en la final de Yeda.AFP

Junto a él había saltado al campo Dani Olmo. Flick protegió al protagonista de la polémica en el arranque del año futbolístico y, cuando lo puso a jugar, ya nadie se acordó. Sólo él mandó un mensaje: el gesto del reloj, parado para él durante algunos días, y un beso al escudo demostrando que siempre estuvo dispuesto a esperar.

Este título, y de la manera que lo consiguió el conjunto azulgrana, es un espaldarazo para enchufarse de nuevo a la pelea por la Liga. “Es un plus de confianza. Estoy muy orgullo de lo que ha hecho el equipo porque hace tiempo nos costaba superar cuando nos hacían un gol. Incluso después de la expulsión dijimos que nos iba a tocar sufrir pese a la ventaja y lo hemos sabido hacer”, aseguraba Koundé al final del encuentro, justo después de recibir un premio a la mejor asistencia de la final por su balón largo que Raphinha convirtió en el 1-3.

“Una belleza de golazos”

Tenían muy claro los azulgranas cómo hacer daño a su rival: “Hemos aplicado el plan de partido, que era presionar porque si al Real Madrid le dejas espacios, se te complica. Luego hemos mantenido la calma y tenido paciencia para ganar el título, que siempre es especial y más en un Clásico”.

En eso coincidió Flick, que se ha aprendido la letanía de “partido a partido”. A pesar de que el alemán asegura que no mira atrás, no pudo dejar de reconocer el buen trabajo de sus jugadores. “Estoy orgulloso porque hemos hecho un partidazo. Hemos defendido bien, incluso cuando no era fácil tras la roja, y ya se ha visto una belleza de golazos. Es alucinante ganar al Real Madrid dos veces y ganar un título”, aseguró el técnico.

Tan especial fue el partido que no recogieron el trofeo ni Raphinha, tras unas psicodélicas gafas de sol, ni Ronald Araújo, a quien le podrían cerrar las puertas la lesión de Iñigo Martínez. Fue Ter Stegen, lesionado, quien saltó al césped para recoge la medalla de manos del presidente de la RFEF, Rafael Louzán, y alzar el trofeo, que esperan que no sea el último de la temporada. Por si acaso, Joan Laporta no perdió la ocasión de festejar en el césped, Supercopa en mano, como si fuera un futbolista más.