Por Cheli Oh
La creación del ser humano es un misterio, aunque cada persona pueda tener una explicación basada en la ciencia, creencias religiosas, mitos, aún con los datos e investigaciones sigue siendo una intriga fascinante, una interrogante que hace ruido en cada ráfaga e intento por descubrir cuáles fueron las circunstancias, si fue un soplo divino, una mezcla de especies, un proceso evolutivo. Desde primer momento, la experiencia de encaminarnos al foro de usos múltiples del Museo de la Ciudad, para presenciar Islas Resonantes con el colectivo escénico Astillados de Ruido, fue cautivador . Pasamos los presentes en fila, acomodándonos en el lugar conforme se iban llenado las sillas rodeadas de luces, dentro de la circunferencia se encontraban los bailarines, petrificados, así permanecieron varios minutos, mientras la música seguía su transcurso. Tratando de percibir la esencia, ¿de qué trata esta ausencia de movimiento?. En un lapso, dos o tres ejecutantes comenzaron con movimientos suaves, siguió una secuencia, en la que cada uno ,parecía despertar de un sueño o recién salir del vientre. Actos seguido, se dio el proceso de reconocimiento individual y colectivo. Aprendieron a caminar, a veces caían, el habla, aún sin un idioma, se expresaron con sonidos guturales. En la danza, entre los rostros, percibimos tristeza, alegría, asombro, ira, además fuimos en una línea del tiempo en el que, transcurrieron millones de años, en el proceso del ser.
Al concluir tanto artistas como el público nos confundimos, en una circunferencia, un circulo de seres resplandeciendo, después de ser paridos, después de tomar conciencia del mundo. Aunque también podría interpretarse como el sumergimiento a los mundos infiernos, al enfrentamiento con el yo o los yoes, cruzar el umbral para nacer a una nueva vida, a un nuevo proceso de vibración y conciencia, el ascenso, la búsqueda de la piedra filosofal. El proceso creativo del artista que de las tinieblas surge, por medio de la imaginación creadora, una obra sin precedentes, única e irrepetible. El creador que espera, en absoluto silencio, la visita de las musas, que el mago-genio se asome por la ventana. Variadas, pueden ser las percepciones ,pero certeramente en este espectáculo, recorrimos el espacio- tiempo de manera descomunal, sin frenos y sin escalas.
La directora de Islas Resonantes, Beatriz Juan Gil y los bailarines creativos, recibieron el reconocimiento del público, quienes pasamos al brindis en el exterior del recinto para celebrar el trabajo colaborativo del equipo, entre ellos, Eliane Radiguez, a cargo de la música. Agradecemos a los bailarines-creativos: Carlo I. Somera, Claudia Herrera, Hanna Mejía, Irma Monterrubio, Juan Olvera, Luis G. Arreguín, Mariana Guerrero, Tere Ruíz, Osvaldo Colín, Didier Olvera por esta embarcación a lo indefinible, a lo inexpresable, porque el encanto, radica en percibir el movimiento, seguir el curso de las extremidades, hasta perderse en el intento de definir lo que es y lo que no es, el inicio de la vida, la creación y sus circunstancias.
Concluimos mencionando a Fernando Flores a cargo del diseño e iluminación , fotos de Sergio Iván Rebolledo, diseño y publicidad bajo la supervisión de Carlo Jair Odrizola y se encargaron d ela gestión Christian Yussel y Mariana Guerrero.
La creadora y directora Juan Gil, es bailarina profesional de danza contemporánea con más de 40 años de carrera, recibió el premio Luis Fandino por su labor docente en danza contemporánea a nivel superior. Es coreógrafa, bailarina, actriz y performancera. Se inició como bailarina profesional en el Taller Coreográfico de la UV y fue miembro del Ballet Nacional de México de 1992 a 2006, año de su clausura, bajo la dirección de la Mtra. Guillermina Bravo. En los últimos años su labor docente ha sido desarrollada en el Colegio Nacional de Danza Contemporánea en Querétaro.
Los comentarios coincidieron de una manera significativa, del reconocimiento corporal, la toma de conciencia.
“Fue el redescubrimiento de la imagen del cuerpo, vi cuerpos contenidos, con cierto dolor, con alegría, la música es muy atmosférica, nos mete en esta porción, aunque eran cuerpos individuales, eran un archipiélago que se comunicaba, lo disfruté mucho” mencionó Eduardo Contreras Velasco, Laloc, conductor del programa La Puertita en Radio UAQ. “Un gran desarrollo técnico moverse a esa lentitud que merece un gran esfuerzo, pienso que representa la libertad, el tomar conciencia de uno mismo y la colectividad”. Comenta Raúl Aguilar, licenciado en Comunicación. “El inicio fue muy poderoso después fue perdiendo fuerza”, comentó un miembro del colectivo N.E.L.
Cada trabajo creativo, comparte imágenes, provoca pensamientos, reacciones, dejamos a los espectadores y a los lectores, empaparse de las expresiones, para mantener la confianza o la duda, de lo que vemos y lo que no, porque aún hay universos ocultos a nuestro discernimiento. Termino mi intervención con las palabras de Mihaly Csikzentmihalyi. “Tengo una ingenua confianza en el universo de que, en algún nivel, todo tiene sentido, y podemos obtener atisbos de ese sentido si lo intentamos”.