Ahora que Patxi López fabula con la idea de que España no acuda al Mundial 2026 si Israel se clasifica -cosa bastante improbable, estemos tranquilos-, me asalta un recuerdo de mi infancia, cuando el país entero anheló fervientemente jugar contra la selección israelí una repesca para Suecia 1958, aquel Mundial que alumbró a Pelé. Repaso el MARCA de aquellos días y encuentro en la portada del 14 de diciembre de 1957 un recuadro: CONTRINCANTE DE ISRAEL. «Ocho equipos, España entre ellos, con la esperanza de ir a Suecia». La información de Alfil (firma deportiva de Efe en la época, como Cifra era la gráfica, las tres con la F de Franco como letra central) anunciaba que el sorteo se aplazaba dos días y daba los nombres de los aspirantes: Eire, Bulgaria, Gales, Holanda, Polonia, Rumanía, España y el segundo del grupo octavo de clasificación, aún no resuelto, que terminaría siendo Italia. Todos los convocados al sorteo de esta repesca lo eran en función de haber sido segundos en su grupo, y por tanto sin clasificación directa.

Para España aquello había sido un drama nacional. Jugamos en un grupo con Escocia y Suiza, y un miserable empate con los suizos, 2-2 en el Santiago Bernabéu, nos dejó fuera. Ganamos la visita a Suiza, con Escocia ganamos aquí y perdimos allí, y como Escocia a su vez ganó sus dos partidos a los suizos nos quedamos sin Mundial. Con una delantera de ensueño, Miguel, Kubala, Di Stéfano, Luis Suárez y Gento, más un amplio grupo de competentes medios y sólidos defensas, y el gran Ramallets en la meta por añadidura, nos íbamos a quedar sin Mundial.

La esperanza se abrió a cuenta de Israel, ganadora en el grupo asiático sin jugar contra nadie. Allí la clasificación se disputó por eliminatorias directas. Israel fue emparejada en la primera ronda con Turquía, que no quiso enfrentarse a ese rival y se retiró; lo mismo hicieron Indonesia en segunda ronda y Sudán en la tercera, de modo que Israel quedaba en principio clasificada sin lucha para el Mundial. A la FIFA eso le pareció excesivo, de manera que improvisó una repesca a doble partido, ida y vuelta, entre Israel y la selección que resultara afortunada en el sorteo entre los siete segundos de los grupos europeos. Yo tenía seis años, pero recuerdo el nerviosismo con que los mayores acariciaban esa posibilidad. El día 16, lunes, otro recuadrito de MARCA en primera, de nuevo firmado por Alfil y fechado en Zúrich como el anterior, comunicaba el fatal desencanto, que muchos ya habían conocido por la radio: «País de Gales será el contrario de Israel en la eliminatoria para el Campeonato del Mundo de Fútbol».

Gales ganó los dos partidos, 2-0 y 0-2, así que Israel se quedó fuera de Suecia 1958 que fue, por cierto, el único Mundial al que acudieron las cuatro selecciones británicas. Hasta esa edición, la participación británica para la Copa del Mundo se resolvía invitando a los dos primeros del llamado British Home Champioship, un cuadrangular que jugaban cada año las cuatro selecciones británicas y que los agobios del calendario extinguieron cuando cumplió los cien años, en 1984. Aquello creaba controversia. Los demás decían: ¿por qué tiene que haber siempre dos británicos? Ellos decían: ¿por qué sólo puede haber dos británicos? Así que para la ocasión se les mezcló en diversos grupos con los continentales y al final se clasificaron los cuatro, Gales por la comentada vía indirecta. A esta selección, a la que daba lustre John Charles, El Gigante Bueno, le marcaría Pelé en cuartos de final su primer gol en una Copa del Mundo. De Suecia iba a regresar consagrado, con 17 años, como un gran prodigio naciente.

Sandro Mazzola regatea a Shmuel Rosenthal, durante el Italia-Israel.

Sandro Mazzola regatea a Shmuel Rosenthal, durante el Italia-Israel.GETTY

Israel ya venía siendo un gran problema para la CAF (Confederación Asiática de Fútbol). Creó su campeonato propio de selecciones ya en 1956, con el nombre de Copa Asiática, y se encontró con que la presencia de Israel producía un efecto radiactivo. Casi nadie quería acudir, sólo equipos de Extremo Oriente o el Sudeste Asiático, alejados del conflicto incesante en que vive envuelto Israel desde su creación como Estado. En 1968 se sumó Irán, todavía muy occidentalizado bajo la mano del Sha Reza Pahlevi. Los participantes no pasaron de cinco ninguna de las cuatro primeras ediciones, siempre con Israel presente, que ganó una (en su terreno), fue segunda en dos y cuarta de cuatro en la otra. La Copa Asiática sólo echó de verdad a andar cuando se forzó la ausencia de Israel.

Respecto a las fases clasificatorias para el Mundial, la FIFA convenció a Israel de que no concurriera a la de Chile 1962 a cambio de meterla para Inglaterra 1966 en un grupo europeo. La solución llegó tarde, así que sólo se anotaron por Asia Corea del Sur y Japón. Ganó Corea, pero luego cayó en repesca ante Yugoslavia. Con vistas a Inglaterra 1966, la FIFA cumplió su promesa e Israel se encuadró, en efecto, en un grupo europeo, con Bélgica y Bulgaria. Perdió sus cuatro partidos y quedó con un balance de goles bastante desairado, 1-12. Por Asia fue Corea del Norte, que daría el bombazo al pasar a cuartos gracias a ganar 1-0 a Italia, con aquel gol de Pak Doo-Ik.

En vista de que el nivel de Europa excedía por mucho las capacidades de Israel, la FIFA ideó para México 1970 una zona mixta Oceanía-África que daría un solo clasificado y resultó ser Israel, eliminando en el trance final a Australia apuradamente (1-0 y 1-1). Así que allí, en el inmenso altiplano azteca, conseguiría por fin Israel su primera y hasta ahora única presencia en una fase final de la Copa del Mundo. Y no lo hizo mal, hasta se podría decir que fue la sorpresa del campeonato. Nada que ver con el equipo facilón y desordenado del que habían dado buena cuenta Bélgica y Bulgaria cinco años antes. Fue una sorpresa ver que se había convertido en una selección competente, que si bien empezó perdiendo 2-0 ante Uruguay -que llegaría a la semifinal, donde caería ante la Brasil de Pelé, desbocada en la carrera hacia su tercer título- en el Cuauhtémoc de Puebla, empató con Suecia (1-1) en La Bombonera de Toluca y se presentó en el mismo estadio ante Italia, futura finalista, con posibilidades de pasar. Empataron 0-0, y los que siguieron fueron los italianos.

Sri Rosen, ante Luis Cubilla, durante el Uruguay-Israel del Mundial de 1970.

Sri Rosen, ante Luis Cubilla, durante el Uruguay-Israel del Mundial de 1970.GETTY

El primer y único gol mundialista lo marcó ante Suecia su número 10, Mordejai Spiegler, aún la gran estrella futbolística en la historia del país, que ya fue el héroe en la eliminación de Australia. Era un mediapunta móvil, con velocidad, clase y pegada. Salió de Israel para jugar primero en el París FC y en el París Saint-Germain, y saltó al mismísimo Cosmos de Nueva York, donde formó parte de la lujosa corte del Rey Pelé. El mediocentro, Shmmuel Rosenthal, también era un gran jugador, con presencia, corte, pierna fuerte y buena entrega.

Aunque fue meritorio, aquel paso de Israel por México’70 no pasó de ser más que un pie de página en un Mundial hermoso e innovador, con la aparición de las tarjetas y los cambios, de los nuevos balones de diseño de Adidas y con un campeón glorioso, Brasil, cuyo jogo bonito redimió al fútbol de un purgatorio de cerrojo y durezas, que fue lo que se había vivido en Inglaterra’66. Resultó, además, un Mundial coloreado en las televisiones y en las publicaciones escritas, que ya dominaban las técnicas de impresión en color y la aprovechaban.

De vuelta a casa, a la Federación de Israel le fue negada por la AFC la inscripción en la Copa Asiática de 1972, y en 1974 se la expulsó definitivamente de la confederación. Israel quedaba como planeta errante en el universo del fútbol. Acogida por la FIFA, ésta encontró el medio de que fuera aceptada por la OFC, la confederación oceánica, a título provisional y como miembro asociado. Con ella jugaría, sin éxito, las fases de clasificación para Alemania 1974 y Argentina 1978. Con vistas a España 1982 participó en la zona europea, hospedado provisionalmente por la UEFA, y no se clasificó. Regresó al grupo oceánico para dos nuevos intentos fallidos de entrar en las fases finales de México 1986 e Italia 1990. En este último caso ganó la zona oceánica, pero esta sólo daba medio puesto, y cayó en la repesca contra Colombia.

A partir de 1991 fue por fin integrada en la UEFA a todos los efectos, y ahí sigue. También sus clubes pasaron a disputar regularmente las competiciones europeas. Seguía con esto el fútbol la pauta marcada muchos años atrás por el baloncesto, en el que desde finales de los años 50 tenía vara alta Raimundo Saporta, primero tesorero y luego vicepresidente del Real Madrid, mano derecha de Bernabéu para cuestiones internacionales y hombre fuerte de la FIBA. Judío él mismo, emigrado desde Tesalónica a París con toda su familia por el pogromo de 1931, y de París a Madrid cuando la invadieron los nazis, fue el gran impulsor del baloncesto en el Real Madrid y en Europa. Creó la Copa de Europa de este deporte, a imitación de la del fútbol y en coincidencia con la tercera edición de esta, en la temporada 1957-1958. Desde el principio hubo equipo israelí. El estreno correspondió al Maccabi de Tel Aviv, junto a campeones de 22 países europeos, entre ellos el Madrid. Desde 1953 Israel fue admitida en FIBA Europa y juega regularmente con los europeos las fases de clasificación para los grandes campeonatos.

Hinchas italianos protestan contra Israel durante el reciente Israel-Italia.

Hinchas italianos protestan contra Israel durante el reciente Israel-Italia.AFP

Volviendo al fútbol y al Mundial que viene, Israel se halla jugando la fase de clasificación como una más de las naciones UEFA. Su grupo es el I, que comparte con Noruega, Italia, Estonia y Moldavia. Camina tercera con nueve puntos, lejísimos de Noruega (15) pero empatada con Italia, por la que pelea el segundo puesto, que otorga respesca.

El marrón le llega ahora a Italia, que aparte de estar muy desacomodada en el grupo por la estrepitosa marcha de Noruega, ya casi clasificada, tiene que recibir a Israel el 12 de octubre en Udine, capital del Friuli, en el noreste del país. El 4-5 sobre Israel en la jornada anterior se produjo en la ciudad húngara de Debrecen, que escogieron los israelíes como campo local. Ya entonces hubo algunas voces contra el enfrentamiento, pero ahora, con el incesante y espantoso desfile de escenas de horror en cada Telediario y la mecha encendida en España con La Vuelta, las críticas contra el partido son mayores. ¿Qué pasará? No puede saberse. El alcalde de Udine, Alberto Felice de Toni, dice que el partido es «inoportuno», pero no mantiene una opinión radical contra su celebración. El presidente de la Federación, Gabriele Gravina, defiende la necesidad de jugar. Su objetivo es ya la repesca y renunciar «sería regalársela a Israel, hacerles un favor».

Hacerles un favor y trasladar el problema al siguiente.