“Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convierte en verdad”, una ley de propaganda atribuida al nazi Joseph Goebbels. Los psicólogos lo llaman “el efecto de la ilusión de la verdad”, Andrés Manuel López Obrador lo reproduce en “la mañanera”. Su principal herramienta para distorsionar la realidad.
Ningún otro presidente en el mundo utiliza 10 horas a la semana en una conferencia de prensa, donde no sólo gobierna, sino castiga, exhibe, sanciona, miente y acusa violando reiteradamente la Ley de Presunción de Inocencia.
Andrés Manuel llegó a mil “mañaneras”. La consultora Spin le contó 94 mil afirmaciones falsas o que no puede comprobar.
No es suficiente sacar un pañuelito blanco y agitarlo desde el pódium (lo ha hecho 30 veces) para decir que la corrupción se terminó.
Su lista de promesas incumplidas y la desaparición de instancias de asistencia social es larga:
No acabó con la pobreza, hay 4 millones de nuevos pobres. Tampoco las becas para estudiantes les llegan a todos, sólo a su clientela. Canceló la inversión pública en ciencia y usa al Conacyt como instrumento político, persiguiendo a la comunidad científica. Creó Segalmex (la unión de Diconsa y Liconsa) donde se cometió un fraude por 9 mil millones de pesos.
La gasolina aumentó y los “moches” en la construcción de sus obras emblemáticas ha sido documentado, beneficiando a sus funcionarios.
El presidente ha creado una eficaz burbuja de escenario ilusorio, en la que tiene metidos a millones de seguidores. Su México de otros datos es defendido a rajatabla, en cualquier discusión en mesas, dentro de un taxi o en cualquier pasillo del mercado. No escuchan, no reflexionan, el propio odio clasista los tiene sumidos en una realidad virtual, llena de falsedades.
Esta frase del presidente pinta ese mundo alternativo.
“Se tiene una percepción distinta, por la campaña amarillista de los medios de comunicación que actúan al servicio de nuestros adversarios políticos”.
La “mañanera”, que en promedio dura 112 minutos, es una herramienta perversa para distorsionar la realidad.
La utiliza para minimizar las crisis y engañar. Ni siquiera puede sustentar sus dichos. Habla sin tener información, y todos los días repite y repite lo que escribió en sus 18 libros.
Demagogo como es, sigue en campaña permanente, presumiendo una realidad mágica que sólo existe en su discurso y la mente de sus fieles seguidores.
La oposición apuesta a que la realidad lo alcance, califique y lo destruya en las elecciones de 2024, pero tampoco tiene hoy una figura que le haga el mínimo contrapeso.
“Creo que las personas tienen necesidad de creer en algo y como no ven opciones, están creyendo en las mentiras del presidente, pero aún hay tiempo para que despierten y caigan en la realidad”, asegura entusiasta el legislador tapatío de Movimiento Ciudadano, Salvador Caro.
Los cerca de 30 millones de beneficiados de los programas sociales que le cuestan 400 mil mdp al año a todos los mexicanos, son presas de la demagogia.
México no va requetebien, como lo cuenta la narrativa del presidente y lo hace creer su popularidad.
Construyamos una democracia en base a las instituciones, defendámoslas. Empujemos a nuestros cercanos a la reflexión y la discusión madura sobre caminos para construirla. Más allá de los partidos y los políticos comunes, se ocupa de una sociedad con una causa común: México.
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